Una Lágrima Negra

Buenos Aires, Argentina - Agosto de 2005

Yo no tenia nada que hacer y encontré esto en mi computadora. Yo estaba discutiendo con mi hermano chico para que salga del PC y se le quedó una ventana del Word abierta. Entonces lo puse.

Hacía frío, estábamos cansados después de las largas horas de viaje. El ensordecedor ruido de los motores ya se había trasformado en un frío silencio que se interrumpía por murmullos del piloto con el centro de comando. Hubo un momento en que me pregunté qué estábamos haciendo allí. ¿Terminar la guerra? El ultimátum ya se les había informado a los japoneses.
Hace casi un año de la última carta de mi marido piloto del ejército Japonés. Era 6 de agosto y como todos los días, me desperté con el sol y fui al Correo Central de Hiroshima a ver si había llegado algo. La mañana estaba clara y cálida, sin ninguna nube. Fue otro día sin noticias de mi marido, como estaba sola, decidí desayunar con mi hermana. Y fue en ese momento que todocambió, cerca de las 8:15 de la mañana nos sorprendió un resplandor enceguecedor, sentimos un calor que nos quemaba por dentro y cuando pudimos volver a ver, una fuerza inexplicable nos arrojó hacia una y otra pared, como objetos. Cuando pude volver a abrir los ojos, vi el caos. El día sé había hecho noche. Conseguimos salir entre los destrozos de la casa que se estaba incendiando, con varias lesiones y quemaduras. Sentí como caía una gota de sangre por mi cara, ése fue el último segundo de silencio. Mi hermana estaba peor que yo, pero podía caminar. La ciudad, un caos oscuro que sólo se iluminaba con devastadores incendios en todas partes. Los gritos de socorro rompían el corazón y los ojos. Aún sentía calor en todo el cuerpo. No sabíamos a dónde ir: había personas caminado en todas las direcciones, pensando que en otros lugares, la situación iba a ser diferente. Muchos tenían la piel quemada, algunos la llevaban, colgando la perdían y a otros no se los podía ni mirar por la desfiguración de sus rangos y perfiles. Los cuerpos carbonizados estaban por todas partes. De un colegio cercano, se escuchaba gritos de niños que pedían, ayuda por estar enterrados bajo el techo.
Lo que más me impacto fue la desesperación de una madre hablando con su hija entre los escombros.
- ¡Mamá
estoy enterrada! ¡Ayúdame!
- ¡¿Dónde estás, hija!?
- ¡Aquí, mamá! ¡Aquí!
¡Rápido, no puedo respirar, mamá!
- ¡Hija, no te puedo sacar! ¡No, no!
- ¡Mamá, no te vayas! ¡¡Mamá, el fuego se está acercando!! ¡¡Mamá, ayúdame!!
- ¡No puedo, hija! ¡Soy una mala madre! ¡Soy una mala madre!
- ¡No mamá, no no lo eres! ¡Socorro, mamá! ¡¡El fuego me esta quemando!! ¡AAAH!
- ¡Noooo! ¡Soy una pésima madre, no te puedo salvar, soy cobarde! ¡No tengo el coraje para morir a tu lado!
- ¡¡Mamá, mamá!! ¡Me quema, me quemaaaa!!!
Hasta que no escuché más sus gritos. Sólo los llantos y las explosiones en toda la ciudad. Me senté con mi hermana a llorar y a preguntarme por qué. Vi unos soldados. Les pedí, les suplique por agua para mis quemaduras pero ellos no me respondieron. Uno, el ultimo que pasó, me dijo que tenían prohibido dar agua a los ciudadanos, solo quedaba la muerte para los que desobedecían las ordenes.
La oscuridad continuaba. De repente vi una espesa negra, pegajosa gota caer en mi cara y escurrirse por ella. De inmediato se desató una lluvia de oscuras gotas gordas y pesadas. El propio cielo estaba llorando por esta masacre. Abrí la boca para beber de esta extraña lluvia, para aliviar mi sed y quemaduras. Ríos de ese líquido escurrían dejando huellas en todos lugares. Fue una noche muy larga y oscura.
Aunque, todos en el avión estábamos felices. Sí, la guerra se había terminado con la que hicimos pero en realidad...
¿Era
necesario?

Si esto lo hizo Max, el mismo que hizo el Cuadro de unos Posts anteriores.
Que artista no?!


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